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15 mar 2012

Capítulo 21 (segunda parte)


~ Muchas gracias por los ánimos, ya ven, hoy mismo me quitaron la escayola y aquí os traigo el capítulo. Aviso que es largo, casi el doble de un capítulo completo, así que espero que lo disfruten. También os traigo una sorpresita, algo que nunca había hecho así que tampoco espero que os guste demasiado jaja :) Pero lo he intentado y os dejo el que mejor me quedó. En fin, que he hecho un Tráiler de Cazadora. 
Repito, es la primera vez que utilizo un programa de ese estilo, así que no se esperen demasiado xD
Os lo dejo:

Y ahora, disfruten de la lectura :)

-¡Kian!
Finalmente Shena reconoció la voz. Natalia.

Poniendo fin a su lento acercamiento, Shena echó a correr. Años de práctica le ayudaban a ser sigilosa, aunque no podía evitar pisar alguna hoja seca, que por falta de agua, producía un sonido inquietante.

***

Los pasos se acercaban. Natalia y él compartieron una mirada de desconcierto pero determinación. Ambos adoptaron una postura defensiva. Fuese quien fuese, se defenderían.

La tensión aumentaba a cada paso que escuchaban. Finalmente él distinguió una figura que caminaba hacia ellos entre las sombras que el bosque ofrecía, hasta que en un determinado punto, un hueco entre las frondosas ramas dejó paso al sol y este, iluminó al individuo. Lyan

Inmóviles a causa de la impresión y sorpresa, él logró acercarse un poco más antes de que Kian pudiera articular palabra.
-¿Lyan? ¿Eres tú?

Natalia a su lado dejaba caer algunas lágrimas.

Kian dio un paso hacia su amigo, haciendo un amago de abrazarlo. Él soltó una enigmática sonrisa impropia de él y se acercó a abrazarlo.

Pero Kian logró vislumbrar el plateado filo de la daga antes de que Lyan pudiera apuñalarlo en el pecho y pudo evitar el mortal golpe, aunque no que la daga se hundiera en su pierna. El dolor fue inmenso y él no pudo evitar soltar un gemido de dolor.

-¡Kian!-gritó Natalia a unos metros de donde él se encontraba.

De entre las sombras salió un duende rubio y desgarbado que se quedó mirando al grupo sin intención aparente de intervenir.

Una desconcertante risa femenina salió de entre los labios de “Lyan”.

-Lástima. Tu muerte hubiese sido menos dolorosa si no fueses tan condenadamente listo.-dijo “Lyan” alejándose unos cuantos metros de él para luego sacar un extraño artilugio pequeño y redondo de su ropa. Apretó un diminuto botón y adoptó la figura de un hada del bosque. Su característico pelo verde hoja y sus marrones ojos lo decía todo.-Útil aparato. Realmente caro y de un solo uso. Elegí a la persona adecuada, ¿no crees?

-¡Oh maldita imbécil!-gritó Shena saliendo corriendo de detrás de unos densos matorrales y lanzando la lanza hacia la otra hada, que no parecía tan sorprendida de la aparición de Shena como los demás y logró esquivar por completo la lanza, para después abalanzarse sobre Shena, que no esperaba ese repentino contra-ataque y se llevó una puñalada en el costado derecho sangrante y realmente profunda.

Shena trató de defenderse desenvainando su espada y dando una estocada, pero la astuta hada arrancó el cuchillo de la herida y de un movimiento de sus halas quedó fuera del alcance de Shena, cuya herida a causa del desgarrón sangraba aún más. La hada de la Noche no pudo evitar soltar un quejido de dolor.
Ese sonido sacó a Kian de su estupor y se apresuró a atacar al chico que estaba contemplando fijamente a Shena con seriedad.

Aprovechando que estaba con la guardia baja, arrojó su cuchillo que acabó clavándose en el antebrazo derecho de él, pero lo que más desconcertó a Kian fue que él, se arrancó con facilidad, y sin dar muestras de dolor, la daga y la guardó en su cinturón.

Shena continuaba arrodillada en el suelo, tratando de ponerse en pie, mientras Natalia trataba de distraer la cólera de la hada del bosque.

‹‹Si esto sigue así tendré que intervenir y hacer algo que no quiero›› pensó Kian.
Si el chico finalmente se unía a la pelea, Kian procedería.

***
El abrasador dolor le nublaba la vista. Apenas era consciente de lo que ocurría a su alrededor, pero cuando vio a Natalia luchando contra el hada del bosque sin arma, trató de levantarse y ayudarla, pero su cuerpo no le obedecía.

Observó cómo Natalia caía derrumbada por un puñetazo y quedaba inconsciente.

‹‹¡No!›› Se gritó, Leane, el hada del bosque, se disponía a matar a Natalia.

Apenas sin fuerzas, vio que Kian se trataba de llegar cojeando a salvar a Natalia, pero estaba muy lejos. Shena era la única que podría salvarla, pero para ello, debía de ponerse en pie.
Temblando de dolor y furia a partes iguales, logró ponerse a duras penas en pie.

-Ya está bien, pequeña hada de la luna, te ayudaremos.-le susurró la dulce voz de un viejo roble cercano.
Luego, con rapidez, su herida se cerró y dejó de sangrar gracias a la generosidad de la naturaleza.

-Gracias.-apenas pudo responderles ya que con renovadas fuerzas, se lanzó hacia una sorprendida hada que paró su espada con dificultad.

-Magia. ¡Está prohibida en este torneo!-gritó ella enfurecía y cometiendo con más fuerza.

-Yo no hice magia.-respondió con sinceridad Shena, dejando aún más confusa a Leane.

Rápidos y mortales golpes se intercambiaron en poco tiempo. Shena logró soportarlo con una buena compostura hasta que la herida de la mordedura de su brazo comenzó a sangrar y a dolerle una barbaridad. Dudando que los árboles volvieran a ayudarla, Shena quería terminar cuanto antes el combate.

Pero ambas contrincantes tenían una destreza formidable y el combate se alargó. Finalmente, una estocada de el hada del bosque hizo temblar por completo el entumecido brazo de Shena, quien no pudo evitar que su espada  cayera a unos pocos metros en el suelo, lejos de ella.

Leane colocó la afilada punta de la espada bajo la barbilla de Shena y la observó.

-Vaya, vaya. Othíara Zelen, última hada de la Corte de la Noche. Voy a tener el placer de terminar el trabajo que él no logró llevar a cabo. Sólo tú sobreviviste, Othíara, ¿te escondiste como una cobarde, no es verdad?

Shena rechinó los dientes y le lanzó una furiosa mirada al hada. No quería tener que escuchar su antiguo nombre nunca más. Pero ella no pasó por alto un detalle.

-¿Sabes quién mató a toda la corte?

-Por supuesto, ¿qué duende no sabe tal cosa? –Rió ella.-Casi todos queríamos participar y disfrutar de tal banquete, pero él no nos dejó. Y ahora, me recompensará con creces que acabe contigo.

Leane levantó la espada dispuesta a cortarle la cabeza de Shena, pero no llegó a hacerlo.
Una daga se había hundido en el cuello de ella.

-Idiota, tú habrías ganado algo también.-masculló mirando a Aeris con furia mientras hilos de sangre caían de su boca y las fuerzas abandonaban a la agonizante hada.

Shena arrancó la espada de las temblorosas manos de Leane y se la pasó a Kian. Luego, ambos encararon al duende que había salvado a Shena de la muerte.

Pero Aeris no mostraba ninguna intención de atacar. Miró levemente a Shena que se había quedado donde el mortal enfrentamiento había ocurrido minutos antes.

-Me retiro.-anunció en voz alta y clara, sonriéndole levemente al hada de la noche.

En un visto y no visto, Julián II apareció ante ellos.

-Tele transportación.-aclaró ante la duda reflejada en los ojos de ella.-No esperaba que te rindieras después de todo, Aeris y tampoco que traicionarías a tu amiga.-dijo señalando a Leane, quien estaban recogiendo unos hombres del suelo para luego después desaparecer. Natalia despertó en ese momento y tras un momento, se unió a ellos.

-No era mi amiga.-respondió con rudeza, dejando otra pregunta en el aire que nadie formuló. ‹‹¿Y Shena sí?››

-Ahora anunciaré algo muy importante. Vuestros compañeros no están muertos.

‹‹Alguien está alucinando››Pensó Shena que miró de reojo el lugar que aún estaba manchado de la sangre de Leane y la suya propia.

-¿Cómo es eso posible?-susurró Aeris. -Shena vio cómo Ekarian era devorado por esa bestia.

-Nuestros magos más cualificados  os hicieron creer que murieron cuando tan sólo los habíamos dejado inconscientes. Respecto a Ekarian, es el que fue más mal herido, Ka y Ra, las bestias, hicieron un buen trabajo, pero si no llega a ser por Shena, que distrajo a Ka, probablemente hubiéramos podido hacer poco por él.

Un visible alivio inundó a Aeris que cayó de rodillas al suelo.

-¿Entonces Lyan…?- Shena no pudo terminar la frase, puesto que el nudo en su garganta se lo impedía.

-Está vivo y fuera de peligro como el resto de participantes.-aseguró Julián con una sonrisa.-Esta prueba trataba sobre el valor. Admiro a todos los que decidisteis participar, sois formidables. Y ahora tras todas las explicaciones… ¡Os declaro ganadores de esta segunda prueba!-exclamó señalando a Kian, Natalia y Shena.

Kian abrazó eufórico a Natalia y la cogió en brazos, dando vueltas. Sus risas pronto se contagiaron en los demás.

Shena miró a Aeris, quien continuaba arrodillado en el suelo.
-Está vivo.-susurró él de nuevo.
Shena se agachó a su lado y le apartó un poco el pelo de la cara.

-Sí, lo está. Y podrás verlo en cuanto nos marchemos de este maldito lugar. Gracias por todo Aeris.-dijo ella apoyando la cabeza en el hombro de él.

-No, gracias a ti, princesa.

***
Kian aún no podía creerse que Lyan estuviera vivo, ahí tumbado en la camilla delante suya.

-¡Oh maldita sea Lyan, me asustaste mucho!-le gritó Shena a él nada más entrar en la habitación. Lyan le sonrió con fingida inocencia.-¡Pensé que habías muerto!-gruñó ella, pero con una amplia sonrisa en el rostro.

-Yo también lo pensaba, pequeña.-respondió él mirando a un punto del blanco techo.

Todo el grupo había llegado exhausto, pero no hubieran podido irse a descansar tranquilos sin antes ver a Lyan.

Kian vio la mirada que compartieron Natalia y Shena, y observó con diversión cómo ambas se abalanzaron sobre Lyan a abrazarlo con cuidado de no hacerle daño.

-No nos vuelvas a dar estos sustos.-susurró Natalia.

-Nunca más, lo prometo.

3 mar 2012

Cazadora Capítulo 21 (primera parte)


A causa de que mi muñeca izquierda está en estos momentos escayolada no voy a poder publicar hasta que me la retiren, por eso he decidido dejaros lo que llevaba de este capítulo para recompensaros un poco. Trataría de escribir pero es realmente frustrante escribir con una sola mano y a la velocidad de "frase por minuto"
Por eso no creo que vaya a publicar hasta que la fractura se haya curado. Me han dicho diez días en reposo y que luego ya verían, por lo que no será demasiado :)
Un beso y perdón >.<
***
Las cosas habían cambiado radicalmente. Lyan estaba muerto y Shena lo había presenciado. La pérdida de su amigo le causó un gran dolor.

Cincuenta años había estado rondando por todos lados con un gran peso sobre ella. Era la última superviviente de su familia. La última Hada de la Noche.

Nunca volvió a acercarse a nadie, puesto que viajaba mucho al no querer quedarse en un único lugar en donde pudieran volver para matarla y acabar lo que empezaron. La destrucción de la Corte de la Noche.

Temía también hacer amigos y que murieran, porque no soportaría otra muerte.
Pero ahora Lyan ha muerto y eso cambia todo.

***
Tanto Kian como Natalia observaban sin poder, ni querer creérselo, el nombre tachado de Lyan en sus pulseras.

-No ha muerto, ¿verdad? Debe haberse retirado.-dijo ella agarrando con fuerza la mano de Kian.

Él había estado quieto y en silencio desde que se dieron cuenta, pero en su interior muchos sentimientos y pensamientos chocaban causando un gran descontrol.

Rogaba que su amigo no hubiera muerto, que se hubiera retirado tal y como había dicho Natalia. Pero tanto él como ella sabían en el fondo que Lyan nunca los habría dejado tirados.

-¡Maldita sea!-gruñó Kian liberando con brusquedad su mano de la de ella. La tristeza y la ira lo estaban volviendo loco. Estaba temblando con la sed de venganza. Apretó los puños tratando de controlarse.

-¡Kian cálmate!-gritó ella al ver el estado en el que se encontraba.- No te dejes llevar o les mostrarás a todos lo que eres. ¡Contrólate!

Soltó un bufido. Cada vez su cuerpo sufría pequeñas convulsiones que fueron ganando intensidad y la piel comenzaba a picarle.

‹‹Lyan no querría esto.›› Le susurró una pequeña parte de su mente a la cual el ansia de sangre no había dominado aún.

Soltó el aire que estaba reteniendo y los temblores comenzaron a minimizar.
‹‹El torneo no ha terminado.››

-Ganaremos.-murmuró. Lía a su lado asintió y apoyó su mano sobre el hombro de él.

-Lo haremos por él.

Ahí fue cuando ambos se dieron cuenta del sonido de pasos. Alguien debía haberles oído.

***
Shena miraba inmutable a Aeris que caminaba a cierta distancia de ella. Ellos eran tres y el enemigo dos. Muy pronto todo terminaría.

Recolectaron algunos frutos y ella esperó hasta que terminaron de comer para hablar con él.

-Aeris, es hora de separarnos puesto que cada uno debe encontrar a su grupo. Creo que sabes que si vamos juntos y nos encontramos a alguien, uno de los dos morirá.

-Lo sé, Shena. Pero creí que no era conveniente dejarte sola justo después de la muerte de Lyan.-respondió él levantándose del tronco en el que había estado sentado hasta ese momento y se acercó a ella. Le tendió un pequeño paquete de hojas.-Cógelo. Presiento que esta prueba está por terminar y sé que tu herida aún no ha curado, lo necesitas.

Shena reconoció las hojas tras las palabras de él. Epateia. Una de las mejores plantas curativas, muy útil.
Las cogió y luego miró fijamente al duende.

-No deseo tu muerte, Areis. Lo sabes tan bien como yo. Si en algún caso nos volvemos a encontrar en esta maldita prueba, espero no tener que participar en la lucha.-susurró ella.

Él la miró de vuelta, viéndose pensativo.

-Adiós, linda cazadora.-añadió él y tras una leve caricia en la mejilla de Shena, dio la vuelta y atravesó unos espesos matorrales, quedando fuera de la vista de ella.

Ella susurró un insulto hacia sí  misma y luego dio la vuelta hacia el río. Una vez allí hizo otra verdosa mezcla que aplicó a la herida de la mordedura hecha con las hojas de Epateia que Aeris le había dado, lo que le calmó por completo el punzante dolor.

Y luego se puso en marcha de nuevo. El día  había comenzado más caluroso que el anterior y Shena no quería alejarse demasiado del río por miedo a que no pudiera encontrarlo después y acabar deshidratándose, pero era muy posible que los demás ni siquiera hubieran encontrado el río.

Así que a su pesar se alejó, tratando de ir en línea recta en caso de que necesitara volver al punto de partida.

A punto de dar la vuelta a por agua a causa del calor,  el viento le trajo un grito. Sus finos oídos trataron de localizar la dirección y echó a correr tratando de hacer el mínimo ruido posible hacia allí.